CONFESIÓN DEL PECADO SEXUAL

02.06.2021

CONFESIÓN DEL PECADO SEXUAL

Por: Agustin de Hipona (Fragmentos tomados del libro Confesiones de Agustin de Hipona)
El que encubre sus pecados No Prosperará, mas el que los confiesa y se aparta, alcanzara Misericordia Proverbios 28:13 Quiero ahora recordar las fealdades de mi vida pasada, las corrupciones carnales de mi alma; no porque en ellas me complazca, sino porque te amo a Ti, mi Dios. Lo hago por amor de tu Amor, recordando en la amargura de una revivida memoria mis perversos caminos y malas andanzas. Para que me seas dulce Tú, dulzura no falaz, dulzura cierta y feliz; para que me recojas de la dispersión en la que anduve como despedazado mientras lejos de Ti vivía en la vanidad.... Se marchitó mi hermosura y aparecí ante tus ojos como un ser podrido y sólo atento a complacerse a sí mismo y agradar a los demás. Nada me deleitaba entonces fuera de amar y ser amado. Pero no guardábamos compostura, y pasábamos más allá de los límites luminosos de la verdadera amistad que va de un alma a la otra. De mí se exhalaban nubes de fangosa concupiscencia carnal.... Y de tal manera obnubilaban y ofuscaban mi corazón que no era yo capaz de distinguir entre la serenidaddel amor y el fuego de la sensualidad. Ambos ardían en confusa efervescencia y arrastraban mi debilidad por los derrumbaderos de la concupiscencia en un torbellino de pecados. Tu cólera se abatía sobre mí, pero yo lo ignoraba; me había vuelto sordo a tu voz y como encadenado, por la estridencia de mi carne mortal. Esta era la pena con que castigabas la soberbia de mi alma. Cada vez me iba más lejos de Ti, y T ú lo permitías; era yo empujado de aquí para allá, me derramaba y desperdiciaba en la ebullición de las pasiones y tú guardabas silencio. ¡Oh, mis pasos tardíos! Tú callabas entonces, y yo me alejaba de ti más y más, desparramado en dolores estériles, pero soberbio en mi envilecimiento y sin sosiego en mi cansancio. Pero, mísero de mí, te abandoné por dejarme llevar de mis impetuosos ardores; me excedí en todo más allá de lo que tú me permitías y no me escapé de tus castigos. Pues, ¿quién lo podría entre todos los mortales? Tú me estabas siempre presente con cruel misericordia y amargabas mis ilegítimas alegrías para que así aprendiera a buscar goces que no te ofendan. ¿Y dónde podía yo conseguir esto sino en ti, Señor, que finges poner dolor en tus preceptos, nos hieres para sanarnos y nos matas para que no nos muramos lejos de ti? ¿Por dónde andaba yo, lejos de las delicias de tu casa.... Cuando le concedí el cetro a la lujuria y con todas mis fuerzas me entregué a ella en una licencia que era indecorosa ante los hombres y prohibida por tu ley?.... Pero, ¿a quién le cuento yo todas estas cosas? No a ti, ciertamente, Señor; sino en presencia tuya a todos mis hermanos del mundo; a aquellos, por lo menos, en cuyas manos puedan caer estas letras mías. ¿Y con qué objeto? Pues, para que yo y quienes esto leyeren meditemos en la posibilidad y la necesidad de clamar a ti desde los más hondos abismos. Porque nada puede haber que más vecino sea de tu oído que un corazón que te confiesa y una vida de fe.... Dios mío, tú que eres uno, verdadero y bueno y dueño de este campo tuyo que es mi corazón....Andaba distraído y me desintegraba en una variedad de afectos y en una ardiente ofuscación que me ocultaba, Señor, las serenidades de tu verdad. "Y de mi craso pecho salía la iniquidad" Entonces, fornica el alma cuando se aparta de ti y busca allá afuera lo que no puede encontrar con pureza y sin mezcla sino cuando vuelve a ti. Y burdamente remedan tu Soberanía los que de ti se apartan y se rebelan contra ti; pero aún en eso proclaman que tú eres el Creador de la Naturaleza toda y que no hay realmente manera de cortar los lazos que nos ligan a ti. ¿Con qué pagarle a mi SEÑOR el que mi memoria recuerde todo esto sin que mi alma sienta temor? Te pagaré con paga de amor y de agradecimiento. Confesaré tu Nombre, pues tantas obras malas y abominables me has perdonado. Fue obra de tu gracia y de tu Misericordia el que hayas derretido con hielo la masa de mis pecados y, a tu gracia también soy deudor de no haber cometido muchos otros; pues, ¿de qué obra mala no habría sido capaz uno que pecaba por gusto? Pero todo me lo has perdonado: Lo malo que hice con voluntad y lo malo que pude hacer y, por tu providencia, no hice. ¿Quién podría, conociendo su nativa debilidad atribuir su castidad y su inocencia a sus propias fuerzas? Ese te amaría menos, como si le fuera menos necesaria esa Misericordia tuya con que condenas los pecados de quienes se convierten a ti. Ahora: Si hay alguno que llamado por ti escuchó tu voz y pudo evitar los delitos que ahora recuerdo y confieso y que él puede leer aquí, no se burle de mí, que estando enfermo fui curado por el mismo médico a quien él le debe el no haberse enfermado; o por mejor decir, haberse enfermado menos que yo. Ese debe amarte tanto como yo, o más todavía; viendo que quien me libró a mí de tamañas dolencias de pecado es el mismo que lo ha librado a él de padecerlas.... ....Te quiero a ti, que eres justicia e inocencia, hermosa y decorosa luz, saciedad insaciable para los hombres honestos. En ti hay descanso y vida imperturbable. El que entra en ti entra en el gozo de su Señor (Mt 25, 21), nada temerá y se hallará muy bien en el Sumo Bien....Amen. Mi pecado te declare y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesare mis transgresiones al Señor;y tu perdonaste la maldad de mi pecado. Salmo 32:5
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